Marcos Urban jugó en el Turingia hasta principios de los noventa cuando abandonó el futbol por ser gay aunque ha esperado a hacerlo público en sus memorias publicadas en 2007.
En la actualidad Urban forma parte del ETSV Hamburgo, un club deportivo para gays y lesbianas que defiende la aceptación y la tolerancia de los jugadores y entrenadores homosexuales en el deporte.
Marcus estudió Sociología y Arquitectura en Weimar, su ciudad natal. En noviembre de 2007 salió del armario en una entrevista y en 2008 se editó su biografía. Marcus quería convertirse en uno de los mejores futbolistas de la RDA. En la Alemania comunista de los 90 no había muchas opciones para un futbolista gay. El sentimiento de culpa y la depresión acompañaron prácticamente al jugador durante su etapa en el fútbol. En 1994, con tan sólo 23 años, abandonó su carrera deportiva. Era ambicioso y tenía talento, pero no podía vivir en la mentira. En un viaje de Erasmus que realizó a Nápoles se enamoró de un chico lo que le dio valor para confesarlo, primero a la familia y luego a sus compañeros. Su historia la cuenta en un libro que ha dado que hablar en Alemania:
“Imagínese si muchos gays y lesbianas saliesen a la luz en el fútbol. Las cosas mejorarían para todos”.
Urban trabaja en la actualidad como asistente de marketing y diseño en Hamburgo.
En opinión de Marcus, los clubes de fútbol deberían contratar a consultores sobre la diversidad
“para que eviten una discriminación que no es exclusiva hacia los homosexuales, sino también hacia otros tabúes sociales y culturales fuera por el origen, el sexo, la ideología o la religión”. Pero también opina Marcus que “las nuevas generaciones son más pacífica y abiertas. En Alemania el silencio de los jugadores gays no duran mucho más, incluso habrá sorpresas”, advierte.
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